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«Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo»: S*T*A*R presentará su libro en el próximo Open Mondo Píxel

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A las pérfidas tierras catalanas desde donde les escribo llegan rumores de que un viernes al mes, las mentes mondopixeleras montan unos saraos guapetes —Open Mondo Píxel, les dicen— en un lugar de Madrid situado en Paseo de la Chopera, 14 (Metro Legazpi) al que llaman Matadero. Así a pelo suena muy mal. Matadero. Ya saben, un templo de hecatombes, de sacrificios cárnicos. Matadero, un lugar en el que se mata. Cosas del lenguaje.

De donde yo soy también teníamos un Matadero, sólo que aquí se le llamaba «escorxador», que si se lo traduzco literalmente al castellano da más terror: desolladero, un sitio donde te arrancan la piel del cuerpo, a las bravas, a lo bruto. En ambos casos se trata de emplazamientos de historia pretérita y, casualmente, se han convertido en templos de la cultura. En el caso de Madrid, un complejo de edificios de carácter multidisciplinar; en el caso de Tarragona, desde donde les escribo, la sede del rectorado de la Universidad.

El caso es que me parece que tiene algo de gracia chistosa que lugares antes dedicados a producir alimento para el cuerpo ahora hagan lo mismo pero para saciar el alma y el intelecto, que en ambos casos, antes y ahora, el sufragio de favor se ve definido de forma visceral, a tumba abierta, sin concesiones y sin término medio. Eso me gusta, me apasiona incluso porque se ofrece a la población una brutalidad que le llega maquillada bajo una pátina de comodidad que oculta una gestación de tripa y caldo, productos de consumo físico e intelectual en bandeja que proceden de una auténtica escabechina. El pobre gorrino o la ingenua ternera que entraba en el matadero sufría una metamorfosis que me parece igual a la que el simpático ponente padece para convertir sus ideas y neuras en cachivaches vocales en loor de la audiencia que acude a escucharle. Ambos seres acaban convertidos en asuntos supervitaminantes y supervitalizantes para el populacho.

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El próximo viernes 8 de febrero a las 19 h, toca una de esas jornadas mondopixeleras y, miren ustedes por donde, el gorrino que será abierto en canal será un servidor. Me siento un poco Jesucristo al prever que ustedes podrán catar metafóricamente mi cuerpo y mi sangre, y en vivo y en directo como aquellos cristianitos que hace un par de milenios mi ciudad vio como desparramaban sus higadillos y criadillas por la arena del anfiteatro romano de aquella invicta Tarraco. No es lo mismo, por supuesto, pero sigue siendo gracioso el hecho de que se puedan encontrar enlaces correlativos si uno quiere.

¿Y qué pinto yo en un lugar como un Open Mondo Píxel? Pues liarla parda, qué si no.

Ya ni me acuerdo desde cuándo estoy metido en esto de los videojuegos y los mass-media. Desde que el píxel es píxel —incluso antes— he rondado por aquí buscándole los tres pies al gato y razonando la cuadratura del círculo, aportando ideas y conceptos que luego otros han copiado o han utilizado como fórmula reinventada. Se podría discutir, sí; generar polémica, también, pero les aviso que siempre estaré en ventaja porque no me estanco, innovo, improviso, ingenio nuevos planteamientos que desde un principio a ustedes no les gustarán porque considerarían que van en contra de sus creencias y convicciones. Yo creo que en la Edad de Hojalata del Software Español, en la patanería de los que llevan la etiqueta de desarrolladores de videojuegos, mantengo que el crowdfunding es una puñetera lacra y que el Open Source es un compendio de guano acumulado. Seguramente no soy el único en pensar así, pero por el momento sí que soy el único o de los poquísimos que lo dice y escribe públicamente, no por provocar gratuitamente sino como escalpelo para abrir los párpados idiociados de muchos, de demasiados de nuestros congéneres. El próximo viernes 8 de febrero, decía, estaré en Matadero para presentar otra barrabasada de las mías: un libro. Creo que excepto dedicarme al oficio de sexador de pollos y al de mamporrero he hecho de todo —si miran el documento acreditativo de mi vida laboral verán con sorpresa que hasta he trabajado en labores tauromaquias, no es coña— y más palos he tocado en lo referente a la industria del videojuego: diseño, música, gráficos, campañas de marketing, distribución, periodismo, difusión, presentación, representación… lo que vendría a ser, si lo quieren ver así, aprendiz de todo y maestro de nada. Lo que no me dio Salamanca no me lo darán mis experiencias en la industria, por descontado, pero seguimos estando en España, la mayor tierra de posibilidades en las que cualquiera puede hablar de lo que quiera sin tener ni la más remota idea de lo que habla. Si me lo permiten, les señalaré que, de lo nuestro, sí que sé de lo que hablo, y en el libro que les presentaré lo escribo.

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Este bonito libro está apadrinado por la editorial STAR-T Magazine Books, la misma que les trajo los indispensables volúmenes Ocho Quilates del maravilloso Jaume Esteve, así que algo bueno ha de tener. Mi librito se llama Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo, que por si fuera poco está prologado por don Jordi Sellas, una inmensa persona de la que todos ustedes desearían parecerse aunque fuera un poquitín. Pueden tener a bien de pasearse por www.matranet.net y descargarse gratuitamente las primeras páginas de Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo para tomarle el tiento, e incluso solicitar ya mismo su ejemplar, que ya está a la venta.

Se lo diré directamente: Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo es El Arte de la Guerra de esta generación, más directo, más veraz, un tratado barra manual que fantasea alrededor de un universo vintagenario —lo que ustedes llamarían «retro»— dedicado a la concepción entre gemidos y chapoteos de un videojuego. Del mismo modo que El Arte de la Guerra no se ha de tomar al pie de la palabra salvo que ustedes estén planteando un asalto armado a la Moncloa, Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo se puede interpretar como a ustedes les sea más necesario, sea en sus negocios, en sus relaciones sociales o, lógicamente, en su pretensión para crear un videojuego. En él encontrarán desveladas auténticas tomaduras de pelo que les han metido dobladas algunos desarrolladores, comprenderán actitudes y reacciones de esas que, de primeras, les parecen insignificantes en forma de comentarios de foreros mancos de cariño, serán cegados por luces de neón rampantes que les harán caer en la cuenta que tal o cual señor es descendiente de una madre de moral más que distraída, de una madre de esas que fuman en una esquina con una ramillete de flores en las manos. Y al revés, prácticamente que Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo es un libro automodificable que puede ser utilizado para escampar el mal, es una metralleta que dependerá del lado del cañón en el que usted se encuentra para matar o para ser matado. Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo es un libro para saber cómo hacer un videojuego. Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo es un libro para saber cómo no hacer un videojuego.

¿Y todo este jaleo para presentar un libro? Claro que no, almas de cántaro, no estaré en Matadero para hacer una presentación ad-hoc, no; estaré en Matadero para, si ustedes quieren escucharme, hablar y dialogar de qué va todo el rollo de Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo. Traigan a sus amigos, que el evento es gratis y se lo pasarán teta. Y si vienen con algunos dineros en el bolsillo mejor que mejor, si lo desean podrán regresar a sus casas con el diafragma desencajado y un ejemplar de Cohetes Rosas Sobre Cielos Nintendo bajo el brazo. Ya les he dicho que soy catalán y la pela es la pela. O el euro es el euro. O lo que ahora sea.



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